Millones –exactamente 31.6– de trabajadoras y trabajadores en el país salen a trabajar o lo hacen desde sus hogares sin una protección que garantice por completo sus derechos laborales. Sin contratos, sin acceso a vivienda, sin acceso a instituciones de salud, con jornadas mayores al límite establecido por la LFT o con ingresos intermitentes.

La informalidad laboral ha acompañado la recuperación del mercado laboral en México tanto como el empleo formal. Aunque las afiliaciones al IMSS han alcanzado niveles históricos en los meses recientes, todavía el 55.7 por ciento de la población que trabaja lo hace en la informalidad, de acuerdo con cifras de la ENOE (Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo) a marzo del 2022.

Esto refleja que más de la mitad de quienes tienen alguna ocupación en México se encuentran en condiciones vulnerables en algún ámbito laboral.

La informalidad laboral alcanzó con mayor fuerza a la población laboral femenina. Mientras que el 55.1 por ciento de los hombres que trabajan se encuentran en esta condición, la tasa para las mujeres trepa a 56.8 por ciento. 

Una de las implicaciones más graves de la persistencia de un mercado laboral informal tan grande es la ausencia de acceso universal y gratuito a servicios de prevención y atención de la salud. A marzo del 2022, se registraron 21.6 millones de trabajadores (61.1 por ciento del total) que no cuentan con este derecho. 

Gran parte de la informalidad laboral se concentra en los sectores del comercio minorista, servicios, industrias manufactureras, el trabajo del hogar y las actividades agropecuarias.

Las cifras de la ENOE también reflejaron disparidades regionales; si sólo se consideran las regiones urbanas (agregado de 32 ciudades) la tasa de informalidad laboral se reduce a 44.2 por ciento, poco menos de la mitad del total de personas trabajadoras.

Con información de El Economista.