Zumpango, Edomex. Más de dos décadas de conflictos y polémicas, dos proyectos cancelados y casi cuatro sexenios presidenciales tuvieron que pasar para la que Zona Metropolitana del Valle de México pudiera disponer de un nuevo aeropuerto.

Poco antes de las 7 horas de ayer despegó el primer vuelo desde el nuevo Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA), operado por Aeroméxico, con destino a Villahermosa, Tabasco. Alrededor de las 10:30 horas, procedente de Guadalajara aterrizó, a su vez, el primer vuelo comercial, operado por Volaris.

Pero lejos de remplazar al congestionado Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM), el AIFA pretende apenas darle un respiro.

Superado el reto que supuso concluir en un tiempo récord su primera fase constructiva –apenas 29 meses–, la nueva terminal aérea afronta ahora el que podría ser su mayor desafío: posicionarse en los hechos como una alternativa real, no sólo para descongestionar el tráfico aéreo de la capital del país, sino atender su crecimiento futuro.

Y es que la Secretaría de la Defensa Nacional, de quien depende la empresa concesionaria del aeródromo construido en los terrenos de la base aérea militar de Santa Lucía, estimó ayer que este año se moverán por la terminal apenas unos 2.5 millones de viajeros y que, en el 2023, la cifra llegará a cinco millones.

En su primera fase, el AIFA está en condiciones para transportar a 20 millones de personas anualmente. A partir del 2032, la capacidad se duplicaría a 40 millones y en el 2050, llegaría a 90 millones en el 2050.

Lo anterior significa que el AIFA cerraría el 2022 con un uso de 12.5 por ciento de su capacidad, y en el 2023 el porcentaje subiría a 25 por ciento.

En perspectiva, la capacidad de inicio del AIFA equivale a 55 por ciento del flujo de pasajeros transportados por el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) el año pasado (36 millones) y a 40 por ciento del número de viajantes que pasaron por esa terminal en el 2019 (50 millones), su último pico antes de la pandemia.

En otra comparación, representa 28.6 por ciento de la capacidad proyectada para el defenestrado Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM) en su primera fase, que pretendía atender a 70 millones de usuarios, aunque este último estaba pensado para remplazar por completo al AICM.

Alrededor del mediodía de ayer, Luis Crescencio Sandoval, secretario de la Defensa –dependencia que estuvo a cargo de la construcción– hizo entrega oficial de las instalaciones del AIFA al general brigadier Isidoro Pastor Román, en su calidad de director general de la Concesionaria Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles S. A. de C. V., que administra desde ayer la terminal.

De acuerdo con la SEDENA, en su primer día de operaciones la terminal aérea transportó a 2 mil 022 pasajeros, producto de 20 operaciones de vuelo: cuatro de Aeroméxico, seis de Volaris, cuatro de VivaAerobus, dos de Conviasa, dos vuelos privados con destino a Estados Unidos y dos vuelos de carga.

Poco antes de las 13:30 horas, el AIFA recibió, procedente de Caracas, Venezuela, su primer vuelo internacional, operado por la estatal venezolana Conviasa.

Horas antes, durante la conferencia matutina del presidente Andrés Manuel López Obrador –celebrada en el edificio terminal del AIFA–, Isidoro Pastor adelantó que para antes de que termine el 2022, la terminal aérea contará con operaciones de 30 rutas a diversos destinos en México.

Afirmó también que en el segundo semestre del año albergará vuelos internacionales de la estadounidense Delta Airlines y de la panameña Copa Airlines.

Apegados a costos

Durante la ceremonia de inauguración del AIFA, el general Gustavo Vallejo, responsable de la construcción de la terminal aérea, destacó que la terminal aérea se erigió respetando el presupuesto original proyectado de 74 mil 535 millones de pesos, a pesar de que, por su actualización inflacionaria, el presupuesto final dispuesto por la Secretaría de Hacienda rondaba ya los 88 mil107 millones de pesos.

Vallejo defendió que la SEDENA hizo un uso eficiente y transparente del dinero presupuestado y presumió que incluso fue suficiente para construir obras adicionales que no estaban contempladas originalmente en el proyecto, tales como un hotel, una gasolinera y un museo.

Sin mayores aclaraciones, Vallejo Suárez obvió señalamientos como los que hizo ayer la asociación civil Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI), que verificó tras una investigación que prácticamente la totalidad de los contratos de la obra fueron asignados sin licitación.

Según una investigación publicada ayer por MCCI tras la realización de múltiples solicitudes de acceso a la información, la organización pudo concluir que 77 por ciento de los contratos se asignó por invitación restringida a proveedores preseleccionados y 23 por ciento se otorgó por asignación directa.

La semana pasada, el diario El Universal publicó también que, según las cifras de la Cuenta Pública que publica la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, los recursos transferidos para la construcción de la obra sumaban al cierre del 2021, 104 mil 532 millones de pesos, a los que se sumarían otros 11 mil 450 millones contemplados en el Proyecto de Egresos de la Federación 2022.

Esa misma semana la Presidencia de la República negó que hubiera sobrecostos en la obra, pero no explicó los motivos por los cuales la suma de los asientos contables de la Cuenta Pública arroja una cifra de recursos asignados 40 por ciento mayor al costo de obra que defiende la SEDENA.

Largo camino

Desde otra perspectiva, la materialización del AIFA representa también el colofón de un largo camino en la búsqueda de soluciones para la congestión aérea del AICM, que ya se divisaba en los años 90 y produjo como primera respuesta un proyecto para construir una nueva terminal aérea en el municipio de San Salvador Atenco, en la zona del desecado lago de Texcoco.

En el año 2001-2002, durante el sexenio del expresidente Vicente Fox este intento naufragó luego de una pobre gestión social de la obra, que despertó un potente rechazo por parte de ejidatarios a quienes les serían expropiadas sus tierras para albergar el aeródromo.

Como remedio temporal, al final de ese sexenio se construyó la Terminal 2 del AICM, que le daría un respiro a la gestión de pasajeros, pero no le daría más capacidad operativa, pues el aeródromo ya no contaba con espacio para albergar más pistas.

Por otra parte, en octubre del 2018, ya como presidente electo y luego de realizar una polémica consulta popular que tuvo una baja participación ciudadana y no contó con calificación de la autoridad electoral, Andrés Manuel López Obrador anunció que cancelaría los trabajos del NAIM y en su lugar construiría en su lugar un aeropuerto en la base aérea de Santa Lucía.

A la fecha de su cancelación, el aeropuerto en Texcoco tenía un avance de obra de alrededor de 33 por ciento y una inversión física ejercida por más de 36,000 millones de pesos.

En su primera fase, el AIFA está en condiciones para transportar a 20 millones de personas anualmente. A partir del 2032, la capacidad se duplicaría a 40 millones y en el 2050, llegaría a 90 millones en el 2050.

Infraestructura civil con la que inicia el AIFA:

  • 2 pistas de 4 mil 500 m de longitud y 45 m de ancho
  • 1 torre de control de 90 metros
  • 1 edificio terminal con capacidad para 20 millones de pasajeros
  • 48 posiciones de contacto de aeronaves (16 son remotas).
  • 1 estacionamiento para 4,000 vehículos
  • 1 terminal de carga con capacidad de 470,000 toneladas
  • 1 base de mantenimiento de aviones

Con información de El Economista.