La pandemia de covid-19 comienza a ser historia para la industria turística, y para el sector hotelero se ha traducido en una demanda de productos nuevos que no ha sido fácil debido a los costos para construir un nuevo hotel, que implican fuertes inversiones y largos plazos. Sin embargo, las compañías han recurrido a la conversión de hoteles para mantenerse a la vanguardia, una tendencia que se ha mantenido pese a la decaída de la pandemia.

Como su nombre lo indica, la conversión implica cambiar la imagen de un hotel, lo cual puede suceder en diferentes niveles. Puede renovar su imagen dentro de una misma marca, pasar de una marca a otra dentro del portafolio de la misma compañía, e incluso cambiar totalmente su concepto –de un hotel de negocios a uno de placer, por ejemplo– para dos compañías distintas.

De acuerdo con la firma Lodging Econometrics, al cierre de 2022 los proyectos a punto de iniciar su construcción en los 12 meses posteriores crecieron apenas 1% por número de proyectos y bajaron 1% por habitaciones respecto a 2021. Además, los proyectos en etapas de planeación tempranas repuntaron notablemente, y tuvieron un alza interanual de 13% en proyectos y de 7% en habitaciones.

Pero las conversiones alcanzaron picos históricos, con un alza de 21% en proyectos y de 13% en número de habitaciones en la comparativa interanual.

El furor por las conversiones inició durante la pandemia para algunas de las marcas más importantes. Para Hilton, por ejemplo, la firma de acuerdos de conversión se disparó más de 30% a nivel mundial en 2020, e incluso para la cadena IHG, entre 25% y 30% de los tratos que actualmente tienen en la región de Latinoamérica y el Caribe son para conversiones. Un incremento desde un índice de alrededor de 10% que tenían hace unos cinco años.

“Una conversión hotelera que permite tener un hotel nuevo en mucho menos tiempo del que se espera un desarrollo greenfield como tal”, explicó Luis Ruíz, socio de la consultora Onirius, que ha asesorado a empresas como Grupo Posadas y Hamak. “Un hotel como mínimo, desde que uno selecciona el terreno hasta que entra un huésped, debe tardar de dos a tres años; con una conversión hotelera, podemos tener un hotel nuevo en mucho menor tiempo con una inversión más baja”.

Por una parte, las inversiones dependen de la categoría del hotel, pero, por habitación, las reconversiones usualmente parten de un mínimo de 50,000 dólares casos de medio millón de dólares por habitación para complejos que se instauran en edificios históricos, por ejemplo.

Las ventajas son grandes, incluso cuando se trata de una remodelación dentro de la misma marca. En el caso del complejo de lujo Fairmont, por ejemplo, una inversión de 40 millones de dólares ha traído la posibilidad de incrementar una tarifa promedio dolarizada en más de 50%.

De ahí que la expectativa es que, ante un viajero que busca más oferta de producto, las conversiones se mantengan en auge al menos en el corto plazo. Ruíz ejemplifica con un proyecto de un nuevo Grand Fiesta Americana con Grupo Posadas, que se reconvertirá desde el complejo Camino Real Sumiya.

“El Grand Fiesta Americana Sumiya Cuernavaca se hizo en tiempo récord, y en diciembre quedará bastante mejor que el hotel que teníamos. El nuevo hotel duplicará sus ingresos respecto a lo que se había visto”, concluyó el especialista.

Con información de Revista Expansión.