Cuando se hizo público el desplome de Silicon Valley Bank (SVB), el teléfono de Sebastián Castro, presidente del unicornio ecuatoriano Kushki, comenzó a vibrar al ritmo de sus alertas. Los mensajes en los grupos de chats que comparte con emprendedores latinoamericanos no paraban. Unos preguntaban qué hacer, mientras otros tomaban decisiones.

“Fue alucinante que el décimo sexto banco más importante de Estados Unidos fracasara”, comentó en un evento organizado por su empresa. “Pero fue ejemplo de una concepción equivocada respecto a que todo lo de allá es bueno, estable y positivo, mientras en Latinoamérica todo es un desastre”.

El desplome del SVB golpeó con severidad a muchas tecnológicas, entre ellas Roblox (el 5% de sus 3,000 millones de su flujo disponible estaba en posesión de SVB) y el fabricante de reproductores de streaming Roku (26% de sus 487 millones de dólares de su flujo estaba en el banco).

Si bien la quiebra encendió las alertas a nivel mundial, el ecosistema emprendedor tecnológico de Latinoamérica es resiliente debido a su historia política y económica, además de que las condiciones globales actuales (la guerra en Ucrania y los conflictos con China) la hacen más atractiva al capital de riesgo.

De acuerdo con Juan Franck, managing partner de SoftBank Latin America Fund, el promedio de las inversiones de riesgo en la región era de 1,000 millones de dólares antes de 2019, pero se elevó hasta un rango de entre 8,000 y 10,000 millones de dólares a partir de 2021.

Además, la percepción del capital de riesgo sobre las startups de Latinoamérica está cambiando. “El consumidor está bastante más digitalizado de lo que se cree y cuando analizan el entorno se sorprenden de los servicios facilitados por medios digitales”, señaló Castro, también fundador de Kushki.

La idea de que la región es riesgosa por la historia de depreciaciones y de inestabilidad social y política podría ser suficiente para ahuyentar a los inversionistas, añadió Franck, sin embargo, es precisamente ese bagaje de experiencias lo que sitúa a América Latina en una buena posición para enfrentar periodos complicados.

Prueba de ello, por ejemplo, son las tres etapas de éxito por las que ha pasado el emprendimiento latinoamericano en momentos adversos: la primera se dio en Argentina, que vio nacer a Mercado Libre y Globant; la segunda, en Brasil, cuyas empresas crecieron a pesar de una recesión; y, ahora, la tercera ola se vive en México con startups que buscan aprovechar las ventajas que el nearshoring representa para el país.

Sin embargo, no todos comparten el ánimo optimista. Philipp Haugwitz, socio de la consultora McKinsey en México, mencionó que tras la quiebra del SVB podría levantarse una barrera para el acceso a capital por parte de las startups, por lo que los emprendedores deberán ajustarse a esta nueva realidad.

Las claves para sobrevivir en un momento complejo

En SoftBank, puntualizó Franck, las inversiones en empresas de tecnología se hacen con base en la credibilidad que tiene su posible consolidación en el futuro, por lo que los pilares que las hacen atractivas al capital de riesgo no han cambiado. El primero de estos elementos es el talento de sus fundadores y su pasión por resolver problemas.

Haugwitz resaltó que son valiosas aquellas compañías que hallan oportunidades en temas que no han sido resueltos, muchos de los cuales se encuentran en la relación entre negocios (B2B), como la gestión de servicios y las soluciones de software.

Un entorno esperanzador para Latinoamérica, pero con cuidado

Los especialistas coincidieron en que este periodo es de oportunidades para las empresas de América Latina; aunque deben avanzar con precaución, pues los peligros siguen latentes en el entorno macroeconómico.

Además de mantener la guardia en alto, el caso del SVB reforzó una idea clásica: diversificar los servicios financieros, particularmente para el depósito de las ganancias.

Con información de Revista Expansión.