En 2021, con una inflación de 6 por ciento, el gobierno federal pretendía llegar a un salario mínimo general a 226 pesos diarios al final del sexenio. Una guerra en Europa Oriental, varias subidas en los precios de energéticos y de productos de la canasta básica después, la inflación es de 8 por ciento. Así que la nueva meta es de 260 pesos, lo que implica un incremento de 50.4 por ciento respecto del nivel de 172.9 pesos vigente este año.

“Si a eso le agregamos que el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) actualizó la línea de bienestar e incorporó nuevos productos, la canasta básica se volvió más cara todavía. Es por eso que llegamos a 260 pesos, un monto más elevado de lo previamente proyectado”, dice Luis Felipe Munguía Corella, presidente de la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos (CONASAMI).

El ajuste se debe a la inflación, pero, paradójicamente, es precisamente la inflación la que pone en peligro el nuevo objetivo, reconoce en entrevista. Bajo ese panorama, podría haber un rango de negociación, prevé.

“La meta no está 100% fija, no es algo que no se pueda mover, se puede negociar en el Consejo de Representantes” de la CONASAMI. Porque la decisión de elevar por quinta vez consecutiva el piso mínimo de salarios de manera significativa también depende de ese grupo, señaló.

El Consejo de Representantes está conformado por el Ejecutivo federal, portavoces del sector empresarial y líderes sindicales, por parte del sector obrero. Será en noviembre cuando se reúnan para analizar las propuestas, pero de aquí a entonces la narrativa —y la realidad— sobre la inflación podría predisponer los acuerdos.

“El problema para México es que la inflación se utilizó como un argumento para no incrementar el salario mínimo. Se decía que esto provocaría el aumento en los precios de todos los productos y, por lo tanto, habría inflación. Pero no es así”, comentó.

El doctor en Economía y autor de diversas investigaciones sostiene que, en otros países del mundo, como Brasil, Vietnam, Argentina, Uruguay, Estados Unidos, “nunca hablan de eso, no lo plantean. Pero en México fue una política diseñada desde los gobiernos para controlar la inflación con salarios bajos”.

Sin embargo, a fuerza de evidencia se ha demostrado que eso no ocurre “y el incremento en la Zona Libre de la Frontera Norte (ZLFN) es un ejemplo claro de que la inflación no es producto del incremento del salario mínimo”. En 2019 se incrementó de 88 a casi 177 pesos en dicha región. “Ningún país había aumentado un salario mínimo al doble y lo que pasó fue que esa zona tuvo las tasas de inflación más bajas en ese tiempo”.

La escalada en los diferentes salarios